miércoles, 14 de noviembre de 2012

DEVOCIONAL NOVIEMBRE 2012

SANIDAD MEDIANTE LA DISCIPLINA


“Por tanto, fortaleced las manos débiles y las rodillas que flaquean, y haced sendas derechas para vuestros pies, para que la pierna coja no se descoyunte, sino que se sane” (He. 12:12s).

Indiscutiblemente Jesús es nuestro sanador. Esto es un principio de nuestra fe. No es un apéndice adicional; no es una moda eclesiástica; no es un dogma denominacional; no es una posibilidad futura; no es un premio. Es un hecho. Es su naturaleza.

Por otro lado, sabemos que hay enfermedades que requieren una confesión y renuncia específica de nuestros pecados. Además hay enfermedades causadas por Satanás y sus demonios (Hch. 10: 38). Pero en este pasaje dice una cosa interesante. El autor exhorta a que sus lectores hagan algo a causa de ciertas debilidades y/o enfermedades: Habla de fortalecer las manos y las rodillas que flaquean. Esto es parte de nuestro discipulado o disciplina en la vida cristiana. El texto habla de “la pierna coja”. A la luz de todo el texto de Hebreos, no está hablando a una persona específica, sino un problema general. De modo que la idea que está transmitiendo es que todos nosotros tenemos una pierna coja, un punto débil, una herida abierta, y  esto –creo– va más allá de lo físico (sin descartarlo ni minimizarlo).

Pero el autor de Hebreos dice que si nosotros no hacemos algo, la cosa se va a poner peor: la pierna se va a descoyuntar. Por el contrario. , si hacemos algo correcto, la pierna se va a sanar. Y lo que tengo que hacer, lo que está en mi responsabilidad y capacidad de hacer es fortalecer manos y rodillas, por un lado, y aprender a hacer sendas derechas. Si el problema está en la pierna, debo disciplinar a mis pies para enseñarle a la pierna a trabajar correctamente. Nótese que no tiene que ver con lo que comúnmente llamamos “sanidad interior”, ni con liberación de demonios. Sino con educación o reeducación.

Las manos y las rodillas tienen que ver con el hacer y con el depender. Así, el hacer no es independencia arrogante, y el depender tampoco es  un misticismo irresponsable. Dios nos está dando el poder y la autoridad para resolver el problema. Tengo que fortalecer mi hacer debilitado y fortalecer mi dependencia con el Señor debilitada. Cuando estos dos elementos están debo atacar el problema con conocimiento y autoridad para gobernar mi propia persona. El problema es mi “pierna coja”. Es mi problema; no el problema del pastor.

De nuevo: mi pierna coja no es necesariamente un problema físico específico. Es un problema espiritual cualquiera que tenga. Pero el problema de la pierna (espiritual) puede resolverse por reeducar al pie (espiritual). Tengo que llevar a ese pie espiritual a caminar (funcionar) conforme a la rectitud y justicia que me enseña la Palabra. Esto va a llevar a la sanidad.

Muchas veces Dios no sana, porque somos nosotros los agentes responsables de nuestra sanidad. No podemos pedirle a Dios lo que Dios nos delegó a nosotros hacer. Nos dio autoridad para ello, pero también nos dio responsabilidad. No busquemos atajos facilistas, sino que “fortalezcamos” lo que está débil y “hagamos” lo que debemos hacer para lograr que lo enfermo en nosotros sea sanado.
 
Horacio R. Piccardo

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Einstein, mecánica cuántica, movimiento pentecostal y pensamiento complejo. ¿Cambio filosófico o intervención divina?

Estimados/as hermanos/as,
Hace ya algunos meses que apareció un nuevo artículo mío:
Salió en la revista electrónica Integralidad
 

Recuperando nuestra identidad como iglesia

Estimados hermanos/as,
Me es grato comunicarles que ya salió mi último libro en forma electrónica por medio de la biblioteca Logos.
Son 77 sermones expositivos sobre todo el texto de 1 Corintios, al final de los cuales tienen algunas preguntas de contexto, otras de reflexión (ideal para trabajarlos en grupos pequeños) y lecturas adicionales para reflexionar y profundizar sobre cada tema.