Ante un
nuevo año, hay gente que se muestra optimista y otra pesimista. La optimista es
porque cree de alguna manera en aquel dicho “año nuevo, vida nueva”. Está bien,
tiene un pensamiento positivo. Cree que las cosas pueden mejorar y de hecho lo
van a hacer. Es bueno tener este tipo de actitud. ¡A q uién le gusta estar con un parlante al lado que esté tirando
constantemente pálidas! Algunas veces es un optimismo fantasioso, casi mágico.
De olvidar macanas que hemos hecho y esperar algo “milagroso” de la vida en el
futuro próximo. Otras veces se usa el optimismo para calmar la conciencia.
Otras, verdaderamente en forma mágica, por el solo hecho de “confesar
positivamente” lo bueno va a venir y lo malo va a irse lejos. En fin, como
fuere esperan que este año sea mejor que el anterior.
Pero
también están los pesimistas, que ven todo negro. A como está la economía,
Medio Oriente, Estados Unidos, las tensiones a nivel local, inclusive a nivel
familiar, los tsunamis, los terremotos, el desprecio por la vida, la
contaminación ambiental… presagian (o al menos, se auto-presagian) un año catastrófico.
Eso siempre
ha ocurrido. Pero este año hay algunas notas adicionales para cargar sobre el
pesimismo. El 21/12/2012 y las predicciones mayas (mal interpretadas, de todos
modos) fue un disparador para una película y para una ola de preocupaciones,
ansiedad y reacomodamientos en la vida de miles de personas. La tensión en
Medio Oriente, especialmente entre Irán e Israel y el potencial conflicto
bélico allí. La caída del liderazgo despótico en los países musulmanes, y las
amenazas de algunos líderes musulmanes al mundo Occidental. La inestabilidad
económica de la Eurozona. El derrumbe de las calificaciones de Standard and
Poor’s de ciertos países occidentales líderes en Occidente y su repercusión en
las bolsas mundiales. La caída del dólar. Hablemos de la contaminación
ambiental y de las aguas. Hablemos de los terremotos y tsunamis. Incluyamos el
supuesto planeta X (Niribu) y su supuesta colisión con nuestro planeta en este
año. Añadamos la reversión de los polos magnéticos y el mencionado cambio de
eje de rotación de la Tierra. A eso le sumamos los efectos de un pico de
actividad solar y supuestas debilidades del cinturón magnético de la tierra. Y
como si fuera poco los planetas se van a alinear con el centro de la Vía
Láctea.
A esto
le podemos añadir un contribuyente evangélico. Predicadores (cuyos mensajes
están en la web) que el año pasado (2011) predijeron para ese año la caída de
un meteorito de enormes proporciones que produciría un cataclismos de
magnitudes nunca vistas. Tal cosa, obviamente, no ocurrió. Otro, que se dedicó el
año pasado a determinar el día del rapto, cosa que no ocurrió, y después de la desilusión,
comenzó a revisar su aritmética para un nuevo cálculo.
Yo
diría que hay mucho YouTube, poca
Biblia y poca oración. Poco compromiso con la Palabra, poco compromiso con su
llamado cristiano, mucho ocio evangélico y por lo tanto no tienen nada que
hacer y comienzan a surfear por las páginas amarillas de la web que hoy
presentan supuestas “comprobaciones” y “confirmaciones”, “descubrimientos” y potenciales
“consecuencias” de hechos que no existen. Gente que lucra con la ignorancia de
muchos, y en esos “muchos” caen evangélicos que deberían estar apercibidos por
lo que dicen las Escrituras.
Aunque
sean simulaciones por computadoras de alta complejidad, supuestos videos de
seres extraterrestres, mensajes, cadáveres encontrados en la Luna, etc., cosa
que obviamente, por lo curioso, llama la atención y plantea interrogantes, no
dejan de ser ocurrencias y disparates –ciertamente muy bien tecnificadas– para poner
dudas, preguntas, temores, ansiedades en la gente.
Nada de
esto es cierto. El planeta X (Nibiru) no existe, la conjunción de los planetas
no afecta para nada a la vida de la tierra (los únicos dos astros que afectan a
la Tierra son la Luna y el Sol), el máximo de actividad solar está calculado
para el 2013 y se prevee que no va a ser muy fuerte. El supuesto cambio de eje
de rotación terrestre no tiene razón de ser como tampoco el cambio de polos
magnéticos. O sea que no hay nada que preocuparse. Hay que ver menos You Tube,
pero leer más la Biblia, orar más, comprometerse más con la vida cristiana, el
evangelismo, el discipulado, el testimonio cristiano, etc.
Si bien
nada de eso es cierto, lo que sí es cierto, sin embargo, es el juicio de Dios.
Y eso está en la Biblia. Lo que Dios sí quiere es que su pueblo se arrepienta.
Y Dios está llamando al arrepentimiento. Más allá de lo que pueda acontecer
económica, política, social, meteorológica y climáticamente en el planeta en
este año, los ojos del Señor siguen recorriendo la tierra buscando aquel
corazón que es completamente suyo. Dios nos llama este año a caminar con él,
como Enoc caminó con él. El año, según los gurúes y futurólogos de este mundo
puede presagiar algunas situaciones tensas, pero los que confían en el Señor,
los que caminan con él, tienen suficientes promesas bíblicas para vivir
confiados. Aunque los fundamentos de este mundo se derritan, nuestra fortaleza
debe estar puesta en el Señor. Hebreos 12 ya nos advierte que todo lo que sea
conmovible va a ser conmovido, para que lo que es inamovible e inconmovible (el
Reino de Dios) quede establecido para siempre. Quizá, es cierto, Dios sacuda
los ídolos escondidos que tenemos. Y lo hace para que nos paremos sobre la Roca
inconmovible de Jesucristo. Que dejemos de poner nuestra esperanza en lo
espurio, lo pasajero, lo temporal, para aferrarnos a lo invisible del Reino de
Dios. Es probable, así, que en este año veamos grandes cambios a nivel de liderazgo
mundial, incluyendo del liderazgo evangélico, como también una explosión a
nivel evangelístico, porque el pueblo cristiano toma conciencia –Espíritu Santo
mediante– de esta necesidad. Pero esto no es motivo de caos, de ansiedad, de
preocupación, etc., sino de saber que nuestra salvación está más cerca que
antes.
Horacio R. Piccardo
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