Con sorpresa y "por casualidad" me topé en el día de hoy, 25/7/12, desde Santa Cruz de la Sierra, Bolivia con este comentario suyo sobre un "interesante" artículo de mi autoría (1), el cual, paradójicamente, le desata una serie de interrogantes, los cuales usted critica ferozmente, por decir poco.
Primeramente, mi carrera de ingeniero en sistemas de control de armas con especialidad control tiro, la terminé en el año 1984, en el ITBA, antes de haber recibido a Jesucristo como Señor y Salvador, cosa que ocurrió en Holanda el 15 de octubre del 1988. Inclusive en mi tesis doctoral de ingeniería que desarrollé en la universidad tecnológica de Delft, Holanda, emplee un algoritmo que se usa en el ámbito de seguimiento de misiles, pero aplicado a la robótica. Supongo que no por esto se condena a un algoritmo por "demoníaco". Es simplemente un desarrollo lógico de progresiones proporcionales de ángulos y sus derivadas, que se llama navegación proporcional. El Espíritu Santo no me dio convicción de pecado por hacer esto.
Por razones obvias debidas a la conversion, entiéndase que me convertí al año de iniciar mi programa doctoral en ingeniería, tuve que luchar bastante por continuar cuatro años más con ella, hasta el 92, por el hambre que tenía por las cosas de Dios y aprender más de su palabra y estar en su presencia. De hecho, pasaba horas en oración y en el estudio de la Palabra. Cuando volví a Buenos Aires, para octubre de 1992 había leído unos 120 libros entre técnicos y devocionales, más allá de lo que hacía a lo requerimientos meramente académico correspondientes a lo de la tesis doctoral.
La carrera de ingeniería en sistema de control de armas hoy, para mí, es un título académico, totalmente habilitante, ganado con un excelente promedio (el primero entre tres compañeros que seguían la carrera), pero que por convicciones cristianas no ejerzo. Espero que esto despeje una curiosidad, inquietud, perplejidad o asombro similar sobre cómo un cristiano puede... Es una cuestión de tiempo, hermano. Es el cuándo de la conversión. Esto hay que tenerlo en cuenta antes de llegar a conjeturar entre líneas alguna potencial infiltración entre lo que es la guerra "natural" y la guerra "espiritual", Bush y la Guerra de las Galaxias.
En segundo lugar, la pregunta que usted se plantea inicialmente se responde fácilmente según Santiago 4:1: "¿De dónde viene las guerra y los conflictos entre vosotros? ¿No vienen de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros? Los versículos siguientes ofrecen mucho material para discusión que el espacio aquí no lo permite, pero cualquier exegeta podría emplear varias páginas para hablar sobre el tema, y si el tal exegeta fuera pastor podría ofrecer una clara idea que su trabajo sería mucho más sencillo si nosotros, los cristianos, fuéramos más obedientes a Dios y a su Palabra. Hay indiscutiblemente un conflicto entre Dios y su criatura, inclusive su criatura redimida. Creo que no es "romántico" pensar que nuestra terquedad y, específicamente, nuestro pecado le da autoridad sobre nuestras vidas al diablo y sus demonios, autoridad que no tiene, por cuanto hemos sido salvados.
Pero esto no quita la otra realidad que vivimos en un mundo caído, donde desde la historia y hasta el día de hoy, personas en forma individual o colegiada (llámese pueblos, logias, agrupaciones, naciones, etc.) han hecho pactos, sacrificios, alianzas, injusticias de todo tipo, con las que han pactado en ignorancia o a sabiendas con las tinieblas. Esto no es "romántico"; esto es dramático, triste y de trágicas consecuencias como las que vive la humanidad en muchas partes del mundo hasta el día de hoy.
Pongamos algunos ejemplos, para correr el velo del supuesto romanticismo o apocalipticismo, yendo a Génesis. Caín mata a Abel, derrama su sangre en la tierra, y en palabra de Dios mismo, "la voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra" (Gn. 4:10). La sangre derramada en injusticia cierra los cielos arriba, contamina la tierra abajo, concentra entidades demoníacas en el lugar y pone bajo juicio (destierro, en este caso) a la persona. Hay muchos ejemplos en el AT sobre este tema, específicamente sobe la sangre derramada en injusticia. Ni hablar en la historia posterior y hasta la reciente de los últimos años. ¿Alguna diferencia sobre los efectos? No creo. No es una cuestión de tiempos modernos o postmodernos, Antiguo o Nuevo Testamento. Es una cuestión de legalidad en el mundo espiritual. La injusticia desata un círculo de violencia, que sólo el sacrificio de Jesucristo detiene. Pero como todo en la realidad del Reino, requiere de confrontación, perdón y arrepentimiento, y no de un automatismo irresponsable. Las trescientas vírgenes que cada 14 de enero sacrificaban los incas en el lago Titicaca desde la isla del Sol tiene indiscutiblemente sus consecuencias sobre la tierra. Es sangre derramada en injusticia. Las matanzas de indios que hicieron los españoles por establecer su cultura, tienen también sus consecuencias en la tierra y en la fundación de la América moderna. Las matanzas de las guerras de la independencia, las de las guerrillas de los '70, la de las dictaduras posteriores del nefasto plan Cóndor, de la industria del aborto, por dar un panorama muy limitado de América Latina, que podría expandirse, multiplicándolo varias veces, a todo el globo, hace que la tierra, en cada centímetro cuadrado de este planeta esté clamando por venganza. Gracias a Dios, hay una sangre que habla mejor que la de Abel y es la de Jesucristo (He .12:24). Pero el perdón y el arrepentimiento deben estar presentes. Y quizá, también, la restitución, ya que el fundamento del trono de Dios es la justicia y el derecho (Sal. 89:14; 97:2). No creo que sea apocalíptico ni romántico la actitud de David en 2 S. 21, pero la restitución fue sanadora para la tierra. Ni qué decir de 2 R. 3:26s. Tampoco la restauración que hace Zaqueo, aumentando varias veces lo que estipulaba la ley por restitución (Lc. 19:8), luego de lo cual Jesús confirma que la salvación había llegado a esa casa. ¿Habrán cambiado los principios del Reino?
En tercer lugar, yo no veo por qué nos asombra que Dios sufra. Me sorprendería pensar, ver y llegar a concluir a partir de las Escrituras que Dios no sufre. Ver a su Hijo colgando en la cruz, cargando con todo el pecado de la humanidad, salvar a muchas personas, para que luego muchos de ellos, inclusive ministros decidan "mirar para atrás" y volver a revolcarse en el pecado, apostatando de su fe... No sé. Me parece que pensar en un Dios frío, con tantas expresiones sobre las emociones que aparecen tanto en el AT como en el NT, o Dios nos "está cargando" o realmente tenemos que entender que nuestro pecado, nuestra indiferencia, nuestra irresponsabilidad, nuestra terquedad, nuestra carnalidad no crucificada, e inclusive nuestros paradigmas teológicos, hermenéuticas arraigadas en el modernismo europeo y europeizante, e ideologías, no tienen nada que ver con la realidad espiritual que describe el Reino.
En cuarto lugar, mi estimado Martín, debo haber sido uno de los únicos terrestre que no vi Odisea en el Espacio, de modo que siéntase tranquilo no estoy infuido por ella. Por demás está decirlo, la concepción bíblica de la "guerra espiritual" (a falta de un nombre mejor) dista sustancialmente de cualquier fantasía de Hollywood. No nos confundamos. Pero entendamos que todos los pueblos de todo el mundo tienen una descripción del mundo espiritual donde hay conflictos..., excepto el que surge del racionalismo europeo, donde todo parece estar ordenado mecánicamente. ¡Oh casualidad! No estoy diciendo con esto que todos dicen la verdad, sino que el mundo no cristiano conoce que hay una realidad espiritual que da poder. Gente sencilla, sin conocimientos teológicos, sabe cómo tener acceso a fuentes de poder (véase por ejemplo, las mujeres de Jerusalén en Jer. 44:16-19; hoy cualquier mujer del altiplano, por ejemplo, sabe cómo recurrir a la Pachamama para obtener sus beneficios). Los brujos saben que en los sacrificios sangrientos se adquiere poder, si no, no lo harían. Ni tampoco existiría la prohibición bíblica de acercarse a ello.
Estimado Martín, en resumen y para terminar, no veo de su parte una crítica seria, fundamentada bíblicamente ante mi propuesta. Simplemente un conjunto de apreciaciones personales, subjetivas, por cierto, pero nada que me diga que la Biblia no dice tal cosa. Agradecería un acercamiento suyo bíblicamente fundado para proseguir lo que podría ser una interesante discusión que ciertamente nos enriquecería a ambos. Sin mas, quedo a su disposición para todo diálogo que suscite este u otro pensamiento.
Afectuosamente,
Dr. Horacio R. Piccardo
Bibliografía
(1) Horacio R. Piccardo, "Crisis, sufrimiento y conflicto de Dios en la misión", Integralidad, Revista digital del CEMAA, pp. 50-64.
No hay comentarios:
Publicar un comentario