jueves, 1 de diciembre de 2011

11-11-11 11:11hs

Parece mentira que en pleno siglo XXI (11+11-1 –nadie lo advirtió) haya gente que por un lado no tiene nada que hacer (¿por qué no van a trabajar? Porque hoy es jornada laborable, ¿o no?) o crea que por una cuestión meramente secuencial (el 1 viene después del 0, según el hombre lo definió, como que Noviembre sea el mes 11 –ya que desde el calendario romano es el noveno, de allí su nombre) se establece un nuevo tiempo, se abre una conciencia cósmica o algún otro disparate.

Siete mil (haraganes) congregados en Capilla del Monte para ver si sienten algo o si logran algo. ¿Alguna conciencia cósmica podrá ayudarme a pagar los impuestos a fin de mes? Algunos dijeron que no sintieron nada. ¡Qué bueno! ¡Gracias a Dios que no pasó nada! Porque, ¡qué tal si una manifestación demoníaca de grandes proporciones los tomaba a todos ellos y los sacudía extáticamente y quedaban en trance! ¡Siete mil que volvían a la ciudad, a sus trabajos, a sus hogares con espíritus incorporados! Porque fueron allá en búsqueda de algo o alguien, fueron a meditar, a unirse con algo, a participar de alguna fuerza, entidad o lo que fuera. Abrían sus corazones para lo desconocido, y no sabían que estaban jugando con algo peor que fuego.

Siglo XXI y el mundo sigue en la ignorancia total del mundo espiritual. Siglo XXI y gente supuestamente educada en todo un rango de edades jugando con más de 1 MW de potencia en sus manos, a ver si salta la chispita. Siglo XXI y gente que probablemente tiene un mínimo (y espero quedarme corto en ese calificativo) de conocimiento religioso cristiano, busca en lo que no es Dios lo que debería buscar sólo en Dios.

Me hace acordar a la historia de Elías en ese sacrificio que hizo al pie del monte Carmelo. En aquel tiempo los falsos profetas de Baal eran cuatrocientos y los de Asera cuatrocientos cincuenta. Danzaron en un frenesí y comenzaron a tajearse y a chorrear sangre de sus heridas y gritaban desesperadamente para que Dios respondiese con fuego a su sacrificio. Pero no pasó nada. Pero después nos preguntamos ¿por qué la Argentina esta “seca”?. ¿Por qué “no llueve”?

Lamento que no haya habido un Elías, que sí hiciese hecho bajar, no la conciencia cósmica, sino la presencia de Dios en ese lugar. ¡Qué momento ideal para evangelizar y hacer un culto de milagros! ¡Qué bueno hubiese sido que un espíritu de arrepentimiento inundara todo ese monte en Córdoba! O aquí, en Palermo.

Nunca vi algo más ridículo que gente de todas las edades comenzaran a aplaudir después de las 11:11hs. ¿A quién le aplaudieron? ¡Gente grande! Pero en una pavada mayor que la de cualquier adolescente. ¿A esto llamamos “Argentina madura”? ¿Estos son los valores que supimos construir?

Horacio Raúl Piccardo 

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