Traducido y adaptado por Horacio R. Piccardo de It’s Time (Past) for a Charismatic Reformation por J. Lee Grady.
Miércoles, 26 de octubre del 2011, 09:05. Edt. J. Lee Grady Newsletters – Fire in My Bones
En honor al Día de la Reforma, presento aquí algunas quejas que estoy clavando en la puerta de Wittenberg.
Mucho antes que hubiera protestas piqueteras[1], Martín Lutero organizó la protesta más importante de la historia. Estaba enojado porque los líderes católicorromanos estaban prometiendo perdón y un temprano escape del purgatorio a cambio de dinero. Así el 31 de octubre de 1517, Lutero clavó una larga lista de quejas en la puerta de una Iglesia en Wittenberg, Alemania.
No soy Lutero, pero cada vez estoy más consciente que las Iglesias llamadas “llenas del Espíritu” hoy luchan con muchas de las mismas cosas que la Iglesia Católica experimentaba en los años alrededor del 1500. No tenemos ‘indulgencia’; tenemos largos programas de televisión para levantar fondos para obras de caridad. No tenemos papas; tenemos superapóstoles. No respaldamos un sacerdocio intocable; arrojamos nuestro dinero celebridades evangelísticas que vuelan en jets privados.En honor al Día de la Reforma, ofrezco mi propia lista de reformas necesarias en nuestro movimiento. Y debido a que no puedo martillarlas en la puerta de Wittenberg, las posteo online. Siéntanse libres de clavarlas en cualquier lado.
1. Reformemos nuestra teología. El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad. Él es Dios y es santo. No es una cosa. No es algo indefinido, ni una fuerza, ni un poder innato. Debemos suspender la manipulación que hacemos de él, mandándolo y arrojándolo por todas partes.
2. Volvamos a la Biblia. La palabra de Dios es el fundamento de la experiencia cristiana. Cualquier experiencia dramática, no importa cuán espiritual parezca, debe testearse por la Palabra y el discernimiento que el Espíritu Santo dé. Visiones, sueños, profecías y encuentros con ángeles deben estar en línea con la Escritura. Si no lo hacemos podríamos estar desparramando un engaño.3. Es tiempo para la responsabilidad personal. Nosotros, los carismáticos, debemos terminar con eso de echarle la culpa de todo a los demonios. Por lo general, la gente es el problema.
4. Suspender el juego. La guerra espiritual es una realidad, pero no vamos a ganar el mundo para Jesús simplemente por gritarle a los principados demoníacos. Debemos orar, predicar y perseverar para ver la victoria final.
5. Suspenda la estupidez. Las personas que golpean, cachetean o empujan a otros durante la ministración deberían sentarse hasta que aprendan que la benignidad es un fruto del Espíritu Santo.
6. Finalizar ya toda extorsión espiritual. Los ministerios cristianos televisivos deben cesar y desistir de toda táctica manipuladora para levantar fondos. Debemos suspender la práctica de darle plataformas a los ministros que ofrecen proclamas extrañas de reintegros financieros sobrenaturales, especialmente cuando retuercen las Escrituras, se imponen fechas de vencimiento y se explotan a los pobres.
7. Ya no más Llaneros Solitarios. Aquellos que dicen ser ministros de Dios –sea que fueren evangelistas itinerantes, pastores locales o lideres de ministerios– deben rendir cuentas a otros líderes. Debe corregirse a cualquiera que rechace sujetar su vida a una disciplina divina.
8. Exponga a los detestables. Las Iglesias deberían comenzar a hacer un chequeo a fondo de los ministerios itinerantes. Aquellos predicadores que han estado ocultando registros criminales, mintiendo sobre matrimonios pasados, acosando a mujeres o rehusando pagar el soporte financiero para sus hijos, deberían ser expuestos como charlatanes y expulsados si no se arrepienten.
9. Suspéndase la falsificación de la unción. Dios es Dios y no necesita nuestra “ayuda” para manifestarse. Esto significa que no nos salpiquemos de iluminadores corporales para sugerir que la gloria de Dios está con nosotros, escondamos joyas falsas sobre el camino para probar que estamos ungidos o desparramemos plumas de pollo sobre nuestras mangas para pretender que los ángeles están en el lugar. Esto es hacerle mentir al Espíritu Santo.
10. Volvamos a la pureza. Ya hemos tenido suficientes escándalos. La iglesia carismática debe desarrollar un sistema de restauración de ministros caídos. Aquellos que caen moralmente deben restaurarse, pero deben desear más sujetarse a un proceso de sanidad que correr inmediatamente de nuevo a los púlpitos.
11. Necesitamos humildad. Los ministros que demandan tratamientos como si fuesen celebridades, exigen sueldos abultados, insisten en títulos o exhiben superioridad sobre otros son culpables de orgullo espiritual.
12. No más grandes siervos de Dios. Los apóstoles son siervos de Cristo y deberían ser los modelos más impecables de humildad. Los verdaderos apóstoles no detentan una autoridad jerárquica de arriba a abajo sobre la iglesia. Por el contrario, ellos sirven a la Iglesia de abajo hacia arriba como verdaderos siervos.
13. Nunca promocione los dones a expensas del carácter. Aquellos que operan en profecía, sanidad y milagros deben exhibir también el fruto del Espíritu. Y mientras que continuemos animando el don de lenguas, estemos seguros de que no lo estemos considerando como un artificio de superioridad. El mundo necesita ver nuestro amor y no oír nuestra glossolalia.
14. Que los profetas sean responsables. A aquellos que rehúsen asumir responsabilidad por declaraciones inexactas no se le debería dar ninguna plataforma. Y aquellos “profetas” que viven vidas inmorales no merecen tener una voz pública.
15. Hagamos que lo principal sea principal. El propósito de la unción del Espíritu Santo es potenciarnos para alcanzar a otros. Estamos hoy en una encrucijada: o continuamos fuera de rumbo, entretenidos por nuestros shows carismáticos, o nos lanzamos al evangelismo, a plantar Iglesias, a la misión, al discipulado y al ministerio de compasión, que ayude a los pobres y luche contra la injusticia. Las Iglesias que abracen esta Nueva Reforma se enfocarán en las prioridades de Dios.
J. Lee Grady es editor contribuyente de Carisma. Puedes seguirlo en Twitter en leegradi. Él expone estos tópicos en su libro del 2010: El Espíritu Santo no está a la venta (Chosen).
Horacio R. Piccardo, el traductor de esta nota, es PhD en teología, PhD en ingeniería, pastor y profesor en la universidad y en varios institutos bíblicos y seminarios. Ha escrito numerosos artículos profesionales y ministeriales, como así manuales y libros.
Nota del traductor. Algunas de las “tesis” de Grady parecen muy chocantes y fuertes, y quizá no se sujeten al contexto nacional nuestro… ¿o sí?, y ciertamente a no todo grupo denominacional, sino primordialmente, como claramente deja ver, al sector carismático, pentecostal (o similares). Pero si bien esta es una autocrítica que él da sobre algunos desvíos inaceptables dentro de un sector evangélico, deberíamos contemplar, y con la misma rigidez, los propios y locales, para hacer justamente, honor y un legítimo recuerdo, al día de la Reforma.
[1] N. del T.: El autor se refiere al movimiento Occupy Wall Street (OWS), que es una serie de protestas en la zona de Wall Street, originalmente basada en un grupo canadiense, contra la desigualdad social y económica, orgullo financiero y presión sobre el gobierno de lobistas y otros sectores financieros.
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